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CONFERENCIA DÉCIMANONA 365 giosos por no imponerse un pequeño sacrificio ó por no tolerar una ligera incomodidad, todo esto es muy propio de esos cristianos flojos y regalo- nes que tanto abundan desgraciadamente en nues- tra época; pero es muy indigno de un terciario que ha de distinguirse por su amor á la penitencia y su mayor fervor y energía en el cumplimiento de las obligaciones cristianas. Por el contrario, cierta moderación en los re- galos y comodidades, una prudente parsimonia y sobriedad en las diversiones y placeres honestos y permitidos, pequeñas privaciones que mortifican los sentidos sin detrimento de la salud, la abne- gación de la propia voluntad, estas y otras cosas parecidas, dicen muy bien en un terciario, corres- ponden exactamente al espíritu de su Regla, son, en suma, cosas muy propias de individuos que per- tenecen á una Orden de Penitencia. Animaos, pues, carísimos terciarios, y estor- zaos con denuedo á llevar adelante vuestra santa vocación. Procurad ser, con vuestras costumbres impregnadas de austeridad cristiana, una constante protesta de las disoluciones del siglo. La peni- tencia vigoriza las fuerzas del alma, comunica va- lor y energía á nuestro espíritu y presta al corazón el temple necesario para seguir con firmeza las sangrientas huellas de nuestro Divino Redentor. Ella, en fin, es fuente de gracia en este mundo y prenda de gloria en el otro.—Amén.

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