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32 ESPÍRITU DE PENITENCIA DE LA V. O. T. ' ' A A A gado indudablemente el rigor de la Regla de la O. T. y disminuído sus ayunos y oraciones para no hacer imposible la profesión de terciario á la inmensa mayoría de los cristianos. Esto, pues, que hubiera hecho el Santo Patriarca es lo que mM llevó á cabo el insigne terciario León XIII, suavi- | zando la Regla de la Orden de Penitencia y supri- j miendo en ella las cosas que pudieran dificultar ! en nuestra época la difusión del mencionado insti- | tuto. Por esto León XIII, dede ser considerado, no sólo como el más entusiasta é incansable propaga- dor de la O. T., sino también como su segundo Fundador y Padre. Merced á sus acertadas dis- posiciones, á las prudentes mitigaciones hechas en la Regla y á las repetidas exhortaciones dirigi- das al orbe católico, se ha conseguido que la obra de Francisco de Asís volviera á ser casi tan popu- lar en nuestros días como en la época de su insti- tución. Merece, por lo mismo, eterno reconoci- miento de parte de todos los amantes de la O. T., el glorioso Pontífice que fué en estos tiempos su reformador y decidido amparador y protector. Mas no vaya nadie á creer, sin embargo, que la V. O. T. haya perdido por estas mitigaciones su primitivo espíritu ni aquel carácter de austeridad que le imprimió su Seráfico Fundador. Nada de esto: ella continúa animada del mismo espíritu, se propone los mismos fines para los cuales fué ins- tituída, inculca las mismas saludables máximas y prescribe idénticos medios para apartar á los ter- ciarios de la corrupción y de la vida licenciosa del
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