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to o CONFERENCIA DÉCIMANONA 11 Muy lejos de mí el creer haya entre vosotros católicos tan faltos de sentido cristiano. Vuestra presencia entre los hijos del Penitente de Asís me persuade todo lo contrario: vuestro alistamiento en la milicia Franciscana es una prueba evidentí- sima de los sentimientos que os animan: la profe- sión de la Regla de los terceros que habéis hecho, claramente indica vuestros levantados propósitos de ajustar al verdadero espíritu del Evangelio vuestras costumbres; el humilde escapulario que ostentáis en vuestro pecho y la cuerda seráfica con que ceñís vuestra cintura, insignias son de penitencia y una como pública protesta que hacéis de austeridad en contra de la molicie y el de las tendencias sensuales de nuestro siglo. Mas con todo, importa mucho recordar, á propósito del asunto que vengo tratando, que sies cosa indigna de cualquier cristiano aborrecer la cruz de la peni- tencia y huir de todo lo que sabe á mortificación, lo es mucho más de un terciario que pertenece á una asociación que se llama por antonomasia Orden Tercera de Penitencia. Es innegable, carísimos terciarios, que en pun- to á penitencias la O. T. ha sufrido una mitiga- ción notabilísima en virtud de la Constitución Apostólica Misericors Dei Filius del inmortal Pontífice León XIll. Muy grande es, en verdad, la diferencia que sobre este particular existe entre
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