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CONFERENCIA TRIGÉSIMA QUINTA 293 dinados, bien pronto entraría la perturbación, así en una hermandad de terciarios, si los que desem- peñan cargos fueran desidiosos y descuidados en cumplir sus obligaciones, bien pronto se notarian las funestas consecuencias de su conducta. Por esta causa nunca será bastante recomendado el celo y diligencia en los que están al frente de la hermandad, pues de sus esfuerzos depende el engrandecimiento de la misma. Si no hay activi- dad é interés en los superiores, la hermandad llevará una vida anémica, el desaliento cundirá entre los terciarios, se faltará á las reuniones, dejarán de celebrarse las acostumbradas funcio- nes religiosas, ó se celebrarán de mala manera por falta de recursos, y en fin, la asociación dejará de tomar parte en el movimiento religioso y en las obras de la acción católica. Pues para que esto no suceda, recomiendo á todos los que sean elegidos para algún cargo, que se esfuercen en desempe- ñarlo á conciencia, con entusiasmo, sin perdonar sacrificios para realizar todo lo que sea de utilidad para la congregación. El Director, que es el primer Superior de la hermandad, debe ser también el primero en dis- tinguirse en el cumplimiento de su importante oficio. Haga cuenta que Dios le ha encomendado una porción predilecta de su Iglesia en la asocia- ción de hermanos terciarios puestos bajo su cui- dado. Esfuércese en promover el bien espiritual de éstos, procure por todos los medios que su celo sa- cerdotal le inspire, infiltrar en los terciarios el espí-

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