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CONFERENCIA TRIGÉSIMA CUARTA 279 obras, frecuentando los Sacramentos, siendo de- chados de honradez en su conducta, procurando en la vida de familia ser modelos de regularidad; en una palabra, la O. T. fué instituida para facili- tar á los cristianos deseosos de su santificación, abundantes medios con que pudieran llevar en el siglo una vida semejante á la de los religiosos, sin que para ello tuvieran que abandonar sus casas, ni descuidar sus ocupaciones. San Francisco fundó la Primera y Segunda Orden, para las almas que deseasen consagrarse perpétuamente á Dios en el claustro, libres del cuidado de las cosas del mun- do; con esto hizo reverdecer la práctica de los consejos evangélicos de la castidad, obediencia y pobreza que tan olvidados estaban en el mundo. Pero esto, no bastaba á sus nobilísimos deseos de llevar á las almas el espíritu de Jesucristo é inflamarlas en el amor de Dios. ¿Por qué, se decía á sí mismo el Seráfico Patriarca, los pobres segla- res, y aun los sacerdotes que por necesidad han de vivir en el mundo, no han de tener un modo de vida aprobado por la Iglesia, que ordene su con- ducta, dé mérito á sus acciones, y les haga proce- der en todo con «el espíritu de los religiosos? ¿Por qué ellos no han de asociarse formando una familia espiritual unida por una misma Regla y por un distintivo común? El mundo corrompido, desmoraliza la familia y pervierte con sus perni- ciosas máximas las almas; el afán de riquezas se ha apoderado de los corazones; los nobles no pien- san más que en las vanidades y pasatiempos. Yo
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