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CONFERENCIA TRIGÉSIMA CUARTA 275 de Ungría, y Santa Isabel, reina de Portugal; los sabios ingresaron de igual manera en la nueva Orden, enalteciéndola con el lustre de su sabi- duría. Los saludables frutos que la O. T. ha produ- cido en el mundo no es posible calcularlos y menos relatarlos en los estrechos límites de «una conferencia. Si me fuera posible en estos momen- tos presentar á vuestra vista su gloriosa historia, los resultados de su acción bienhechora en los pueblos, los santos que ha dado á la Iglesia, las almas que ha santificado con su espíritu y las empresas realizadas por sus hijos, no dudo que os llenaríais de admiración y bendeciríais á Dios que concedió tanta eficacia á una institución tan humilde. Baste decir que ella santificó la familia, introduciendo en su seno el orden, la moralidad, la devoción y la práctica de las virtudes cristianas; ella pacificó los pueblos extinguiendo los odios, las pendencias y las luchas civiles; ella hizo humil- des á los grandes, convirtió á los avaros en des- prendidos, á los sensuales en penitentes y á los amadores del mundo en menospreciadores de sus pompas y vanidades; ella, por medio de sus hijos, ha defendido en todas partes la causa de la Reli- gión y los derechos del Pontificado; ella ha llevado al cielo innumerables almas, entre las cuales se cuentan más de cien santos y una gran multitud de Venerables y Bienaventurados; ella ha promo- vido, y sigue promoviendo en todas partes, el bien, las obras de caridad, la propaganda de las buenas

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