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262 PARA RECIBIR LA PROFESIÓN RE E Seguros podéis estar, amados hermanos, de que si vosotros no faltáis á vuestro compromiso, si sois fieles en guardar vuestras promesas, primero faltará el cielo y la tierra que deje Dios de cum- plir lo que os tiene prometido. De todo lo dicho podéis deducir la excelencia de vuestra profesión, el respeto con que debéis hacerla, los sentimientos de fe, amor y devoción de que debéis estar animados, y el reconocimiento que deben sentir vuestras almas para con Dios que os ha inspirado tan santa vocación y os ha dado el esfuerzo y la perseverancia para llegar á reali- zarla. II Ahora, para terminar, quiero deciros alguna cosa sobre los deberes que os impone vuestra profesión. Para lo cual nada me parece tan opor- tuno como repetiros las palabras del Apóstol que me han servido de tema: «Os rogamos que os portéis de una manera digna de la vocación á que habéis sido llamados.» Portaros de tal manera que no desdigáis de la alteza de vuestro estado, que vuestra conducta diga claramente al mundo la Regla que habéis profesado, el hábito que vestís y la Orden á que pertenecéjis; sea esta vuestra norma de vida y habréis cumplido vuestros debe- res de terciario. Este es el deber más elemental de todo el que abraza un estado ó profesión cualquiera de la

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