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CONFERENCIA TRIGÉSIMA TERCERA 261 == Pin San Francisco, y, finalmente: porque es un pacto del alma con Dios, mediante el cual promete, aunque sin obligarse á pecado, vivir de un modo más perfecto conforme al espíritu de la O. T. en la observancia de su Regla y estatutos. Añádase á lo dicho, otra razón que pone aún más de manifiesto la intrínseca excelencia de la profesión del terciario, y se verá cómo realmente ella es muy digna de respeto y estima desde cual- quier punto que se la mire. Este nuevo motivo de excelencia de vuestra profesión es la consoladora promesa que á ella va vinculada, la cual no puede ser ni más grande, ni más halagiieña y consola- dora. Efectivamente, hermanos míos: tan pronto como vuestros labios hayan emitido las palabras de la profesión oiréis que el sacerdote, aceptando en nombre de Dios vuestro compromiso, lo sella con estas dulcísimas palabras: «Yo de parte de Dios, si guardares estas cosas, te prometo la vida eterna.» ¿Puede darse promesa más regalada? En nombre de Dios, el sacerdote, ministro suyo, em- peña su palabra y se compromete á dar la eterna bienaventuranza al terciario que sea fiel en guar- dar lo que ofrece en su profesión... Yo no sé que pueda darse nada más consolador para una alma deseosa de salvarse, porque en hecho de verdad, esto equivale á tener una prenda de salvación, puesto que Dios, fidelísimo en cumplir sus pro- mesas, empeña su autoridad en galardonar con la vida eterna al terciario que guarde las cosas que promete en el día memorable de su profesión.

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