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242 DEVOCIÓN Á MARÍA SANTÍSIMA suntuoso sarcófago, al pie del trono de la Virgen de los Reyes en la Catedral de Sevilla. No se distinguieron menos en esto los demás Bienaventurados de la O. T., pudiéndose afirmar de todos ellos que fueron devotísimos de María, propagadores entusiastas de su devoción y cela- dores de su gloria. Bastará citar el nombre de los más principales, ya que los límites de esta conferencia no permiten otra cosa, para con- vencernos de esta verdad. Mencionemos á la ilustre terciaria Santa Isabel, Patrona de la O. T., la cual, tan tiernamente amaba á María Santi- sima, que no acertaba á hablar de Ella sin derra- mar abundantes lágrimas y sin experimentar trans- portes de júbilo y alegría: á Santa Margarita de Cortona, que debió su conversión y su ingreso en la O. T., á las finezas y misericordias de la Madre de Dios: á la angelical terciaria Santa Rosa de Viterbo, qne recibía frecuentes visitas de esta Soberana Reina: á San Francisco de Sales, que desde su juventud consagró su virginidad á María, y en cuyo obsequio se obligó con voto á rezar el Santo Rosario: á San José de Calasaz, que insti- tuyó las Escuelas Pías de la Madre de Dios, para que los niños, juntamente con las letras, aprendie- ran la devoción á María. Recordemos también aquí, como dechados de terciarios devotos de Nuestra Señora, á Cristóbal Colón, que arrancó el Nuevo Mundo del seno de los tenebrosos mares, y que, tan entusiasta era de María, que á una de las famosas carabelas que debía conducirle á su

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