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CONFERENCIA TRIGÉSIMA PRIMERA 239 De todo lo cual se deduce que el hijo de San Francisco, por tradición de familia, por el espíritu de su Orden, ha de profesar cordialisima devo- ción á María Santísima, consagrándole los afectos de su corazón, empleándose constantemente en obsequiarla, y esforzándose, según su posibili- dad, en hacer que todos la amen y confíen en su valioso patrocinio. No obrar así sería degenerar del espíritu franciscano, dejar incumplido el deseo más vehemente del corazón de San Francisco, el cual nada ansiaba tanto como el que todos sus hijos se abrasasen en el amor de María Santísima. II Ahora bien, amados terciarios: la T. O. de Penitencia, forma y hechura de San Francisco, estando en contacto continuo con sus hijos, ¿podía mostrarse extraña á ese sentimiento pro- fundo y universal, de amor á María, de toda la Religión Seráfica? ¿Habrá dejado ella de ser arrastrada también por el ímpetu de esa corriente, de simpatía y afecto á la Madre de Dios, que, partiendo del abrasado corazón del Seráfico Pa- triarca, se extiende, primeramente, á todos sus hijos de la Primera y Segunda Orden? No, por cierto: de lo contrario habría que decir que la O. T. no reconocía igual procedencia que sus hermanas mayores, ni se nutría con el mismo espíritu, lo cual es manifiestamente contrario á

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