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RCM 238 DEVOCIÓN Á MARÍA SANTÍSIMA AA advocación de Pastora de las almas, que tanto en- tusiasmo ha despertado en los pueblos; á sus ins- tancias se debe la celebración en la Iglesia de la festividad de los Desposorios de la Santísima Virgen, y de su Visita á su prima Santa Isabel; ellos compusieron el Salterio de María, el Stabat Mater, el Sub tuum presidium, la Corona Fran- ciscaua, la Coronilla de la Inmaculada y otras mil devociones; á ellos es debida la piadosa cos- tumbre de coronar las imágenes de María Santí- sima, y, finalmente, desde su fundación hasta nuestros días, la Orden de San Francisco ha ido constantemente en las avanzadas del ejército de- fensor de las grandezas de María, vindicando sus privilegios, promoviendo su gloria, y tomando parte muy activa en todas las obras y empresas del honor y exaltación de la Augusta Madre del Redentor. Cuando no tuviera la Orden Francis- cana otros títulos ni otros méritos para merecer el honroso dictado de Orden de María, bastaría, sin duda, la brillante campaña de seis siglos, sostenida con sin igual ardimento por todos sus hijos, en defensa de la pureza original de la Madre de Dios. Con tanto tesón sostuvo esta creencia la escuela Seráfica, que vino á ser cono- cida en el mundo católico con el nombre de tesis Franciscana, y tan feliz estuvo en la defensa, que consiguió, después de empeñada lucha y rudos combates, la Definición Dogmática pro- nunciada por uno de sus hijos, el inmortal ter- ciario Pío IX, de gloriosa memoria.
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