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CONFERENCIA TRIGÉSIMA 227 Pues bien, amados terciarios: esos serán los sufra- gios de que podréis disfrutar, si algún día os halláis en aquel lugar de expiación. ¡Oh, cómo estimaréis entonces lo que ahora tal vez miráis con indiferencia! ¡Cómo daréis gracias á Dios por haberos concedido la dicha de contaros entre los hijos de San Francisco! En verdad que sólo por esto debería todo cristiano abrazar el Insti- tuto de la O. T., que tan leves obligaciones im- pone, y tan grandes recompensas otorga á sus individuos. Añádase á esto que, por un privilegio de la O. T., las Misas que se celebren por los terciarios difuntos son todas privilegiadas en cualquier altar que se digan. Además, la mayor parte de las indul- gencias concedidas á las tres Órdenes Francisca- nas, son aplicables á los difuntos. Ahora bien: ¿no puede suponerse que los religiosos que las ganan las aplicarán principalmente por sus hermanos difuntos? Pues también por este lado tenéis mucho que esperar, pues siendo tan grande el número de esas indulgencias, algunas se os aplicarán para libraros de la terrible prisión del purgatorio. Si á todo esto juntamos la poderosa intercesión del Seráfico Patriarca, que se interesará por sus hijos é interpondrá su valimiento con Dios para abre- viarles las penas del purgatorio, se verá más cla- ramente como por todas partes tiene el terciario motivos poderosos para consolarse por la hala- gúeña esperanza de verse libre del purgatorio, me- diante intercesores tan poderosos y sufragios tan
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