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226 EXEQUIAS Y SUFRAGIOS Muchas veces hemos dicho que el terciario no es un individuo aislado, sino miembro de una gran familia, y que no sólo participa de los bienes espi- rituales de la O. T., sino también de todos los de la Primera y Segunda Orden. Esta dichosa partici- pación, que le enriquece con un tesoro de gracias y méritos de un valor inestimable, no sólo se extiende á lo que dura la vida, sino que le acom- paña después de la muerte. Allí en el purgatorio será, como ahora, miembro de la familia Seráfica, estará en comunión con sus hermanos, participará de todos sus sacrificios y obras buenas, y en fin, será consolado con la multitud de sufragios que todos los días se hacen en las tres Ordenes por los hermanos que á ellas pertenecieron. Calculad si es posible las buenas obras y los rezos que practican esos dos millones de tercia- rios extendidos en todo el mundo; enumerad las Misas que celebran el gran número de sacerdotes que tiene la Orden Franciscana; contad las peni- tencias y sacrificios que practican esa muche- dumbre de religiosas de la Segunda y Tercera Orden que viven en la soledad del claustro, ó en medio del mundo, ejercitándose en las obras más meritorias de la caridad; reunid todos los sufra: gios que todos los días se hacen en las familias Franciscanas por los difuntos de la Orden, y los otros más solemnes que se practican en ciertas épocas del año... ¡Qué cúmulo tan inmenso de consuelos y socorros para los afortunados hijos del Penitente de Asís que estén en el purgatorio!

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