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224 EXEQUIAS Y SUFRAGIOS mostrar estos religiosos sentimientos de humanj- dad, honrando el cuerpo de sus hermanos difuntos asistiendo á sus funerales y acompañándolos á > última morada. Mas este que es un deber general, incumbe principalmente cumplirlo á aquellos que están unidos con lazos especiales de sangre, de sociedad ó de religión. Ahora bien: la O. T. es una gran familia extendida por toda la tierra en la multitud de aso- ciaciones de que se compone; sus individuos se hallan unidos con el vínculo de la Religión, pro- fesando una misma Regla, vistiendo el mismo hábito, y aspirando á un mismo fin; son hermanos que reconocen por Patriarca al Serafín Llagado. ¿No será, pues, muy justo que á la muerte de alguno de ellos muestren todas aquellas señales de piedad, de sentimiento y benevolencia que piden de consuno la Religión y la hermandad? ¿Y sería razonable que mientras las asociaciones pu- ramente humanas honran á sus muertos, y los individuos de las mismas acompañan sus cuerpos á la última morada, la O. T. dejara de hacer lo mismo con sus hijos? ¿No cedería esto en menos- cabo de su buen nombre? Ciertamente que sí. Para evitar esto, procurad todos asistir á la exe- quias de vuestros hermanos, acompañadlos reli- giosamente al cementerio, mostrando en este acto los sentimientos de fe que os animan, y huyendo de todas aquellas profanaciones que son tan ordi- narias en los cortejos fúnebres que se acostum- bran en estos desdichados tiempos. Los tercia-

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