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EXEQUIAS Y SUFRAGIOS __— consecuencias lógicas derivadas de principios reli. giosos conocidos en parte por la humanidad aun antes de la época de la Revelación. Y es que la fe BETO y la razón reconocen un mismo origen, proceden ] del mismo Dios, como distintos rayos luminosos de un mismo foco, ó como dos arroyuelos de un mismo manantial. Por eso, la razón jamás descu- brirá, en las verdades reveladas del Catolicismo, la más mínima contradicción con los principios natu- 0 rales de la inteligencia. Podrá la fe enseñar Cosas superiores á los alcances de aquélla, pero haber A conflicto verdadero entre las enseñanzas de la una el y de la otra, eso imposible, porque sería ponerse ó Dios en contradicción consigo mismo. Lejos de esto, la razón humana, bien dirigida y libre de toda prevención y parcialidad, descubre fácilmente la admirable harmonía y la maravillosa conformidad ' | que reina entre los dogmas de la fe y los postula- dos de la lógica natural. Estas cualidades, inherentes á todas las verda- des dogmáticas del Catolicismo, se patentizan de una manera especial en la doctrina de la Iglesia referente al purgatorio. Estúdiese este misterio á la luz de la razón, y se verá que, si bien por su íntima ; naturaleza es superior á nuestros alcances, la inte- ligencia descubre sin embargo la razón de ser de ese lugar, como consecuencia lógica de las nocio- nes naturales que tenemos de Dios, de sus atri- butos y de la naturaleza del hombre. ¿Qué es en efecto lo que enseña la Iglesia sobre este particu- lar? Dos cosas únicamente: que existe el purgato- ' os