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210 DEL DESPRENDIMIENTO e, Iglesia ó el del prójimo, pida la cooperación de los católicos. Pues para realizar semejantes obras se hacen las colectas voluntarias entre los terciarios, por. que de otro modo no podría realizarse cosa alguna. Ni es preciso para ello hacer grandes sacrificios pecuniarios, porque siendo estas obras de superogación, la O. T. no tiene deber de acudir á ellas sino en la medida de sus fuerzas, como se lo permitan los recursos de la hermandad. Lo que importa es que las congregaciones tomen empeño en llevar á cabo las empresas que mejor se adap- ten á las circunstancias que las rodean, y á las necesidades del pueblo donde están establecidas; que los terciarios cooperen á ellas decididamente, sean generosos y no duden imponerse los sacri- ficios que sean necesarios para realizarlas. La unión importa sobre manera para estas cosas: pequeños donativos reunidos mensual- mente pueden llegar á constituir la base para hacer grandes cosas. En las congregaciones nume- rosas, esto no es difícil, pero tampoco lo es para las pequeñas, siendo así que éstas deben limitar su acción á lo que alcanzan sus facultades. Lo que interesa es que los terciarios se prestená ayudar, no sólo con las limosnas, sino también con su trabajo personal. Obras hay para las cua- les es esto más necesario que los recursos mate: riales. Las catequesis, las escuelas nocturnas y otras semejantes, exigen casi tanto los sacrificios personales como los de los intereses. Para todo
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