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CONFERENCIA VIGÉSIMA NONA 209 hacer de ellos cristianos perfectos, católicos de profundas convicciones, católicos prácticos, ador- nados de virtudes y empapados del espíritu del Evangelio; pero esto debe ser el fundamento nece- sario, la preparación indispensable para que el terciario sea apóstol incansable de la verdad y propagador de las buenas costumbres. De consi- guiente, la O. T., por medio de sus asociaciones, puede muy bien ser el centro de la acción católica en los pueblos y por este conducto llevar á ellos el espíritu cristiano. En las páginas de la historia de la O. T. encuéntranse repetidos ejemplos de la actividad que en todo tiempo desplegaron los terciarios para promover el bien y extender por todas partes el reinado de Jesucristo. Como testimonio elocuente de esto, baste citar el gran número de fundadores de Órdenes religiosas y congregaciones que la O. T. ha dado á la Iglesia, tales como San Vicente de Paúl, San Francisco de Sales, San Juan de Dios, San José de Calasanz, San Camilo de Lelis, San Felipe de Neri, San Pablo de la Cruz, San Francisco de Paula y otros muchos, todos los cuales fueron terciarios y, aun podemos afirmar, que en la T. O. bebieron el espíritu de caridad que informó las Órdenes ó congregaciones que fundaron. ¿No es esto un testimonio brillante de que la O, T. impulsa á sus individuos á la acción católica en todos los terrenos y en todas la empre- sas? Repitámoslo, pues: la O, T. puede y debe emplearse en cualquiera obra, que el bien de la 14

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