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CONFERENCIA VIGÉSIMA NONA 201 recogen para los santos (cristianos), practicadlo en la misma forma que yo lo he ordenado á las iglesias de Galacia. El primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte y deposite aquello que le dicte su buena voluntad.» Casi las mismas palabras emplea la Regla al disponer que los hermanos terciarios contribuyan con limosnas espontáneas al socorro de los pobres de la congregación. «Cada uno, dice, según sus facultades, ponga en común algo con que sean socorridos principalmente en sus enfermedades, los más pobres de los asociados.>» Nada puede ser más justo y prudente que esta medida de caridad adoptada por la Regla. Efecti- vamente: los terciarios forman una familia espiri- tual, cuyo padre es el Seráfico Francisco; todos ellos tienen la misma profesión y á todos les deben animar los mismos sentimientos. Deben, por tanto, vivir unidos con lazos de verdadero amor cristiano y benevolencia práctica que les hagan sentir mu- tuamente sus necesidades, llorando con los que lloran y participando, por la compasión, de las mismas penas y sufrimientos. Porque si el Após- tol, hablando de los miembros del cuerpo, dice (1), «que cuando uno padece, todos los demás se com- padecen,» ¿con cuánto mayor motivo deben hacer esto mismo los miembros de una familia religiosa? Y siendo los terciarios hermanos todos en San Francisco, ¿podrían dejar de sentir las penas y ne- (1) 1 Cor., XII, 26,

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