BCCPAM000526-2-20000000000000

200 DEL DESPRENDIMIENTO de amor que San Francisco recomendaba 4 sus hijos con estas hermosas palabras: «Si la madre ama y cría á su hijo carnal, ¿cuánto más debe cada uno amar y recrear á su hermano espiritual?» Para que esta caridad se haga efectiva, la Regla de la T. O. dispone: «Que según las facul- tades de cada uno, los terciarios pongan algo en común con que socorrer, principalmente en las enfermedades, á los más pobres de los asociados Óó se atienda al decoro del culto divino.» Sobre esta ordenación de la Regla me propongo hablar en la presente conferencia; tratando, en primer lugar, del socorro que la O. T. puede prestará sus individuos, y en segundo, del desprendimiento que han de tener los terciarios para contribuir con sus donativos al sostenimiento del culto relj- gioso de las funciones que acostumbra celebrar su congregación.—Ave María. l De marcado sabor apostólico es la disposición de la Regla que al presente nos proponemos co- mentar. ¿Quién, en efecto, al leerla no recuerda ai punto las colectas que se hacían entre los fieles de la primitiva Iglesia para socorrer á los pobres y atender á las necesidades del culto? ¿Cómo no recordar el encargo del Apóstol á los Corintios (1) cuando les decía: «Respecto á las limosnas que se (1) 1,XVI 1, 2

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz