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192 DEL SACRIFICIO DE LA MISA Dc cruenta del Sacrificio del Calvario, tiene las mis- mas propiedades que éste, conserva el carácter expiatorio, es la oblación de Cristo inmolado mís- ticamente sobre el ara de nuestros altares, para ser constantemente la propiciación por nuestros pecados. Nosotros, pues, no podemos ofrecer 4 Dios nada más excelente ni de mayor precio para satisfacer por las culpas cometidas y las que cada día cometemos, que la Santa Misa, donde se con- tienen los infinitos tesoros de la Redención. Ni es posible tampoco hallar medio más pode- roso de impetración que la Misa, lo cual es otro de los innumerables provechos que ese Divino Sacrificio nos reporta. La Misa, en efecto, es como la misteriosa escala que viera en sueños el Patriarca Jacob; como por aquella escala subíany bajaban los ángeles, así por medio de la Misa suben al cielo las oraciones de los justos y bajan favorablemente despachadas. No hay cosa que se resista á la eficacia de la Misa, porque en ella no somos nosotros los que pedimos, no son nuestras voces las que llegan á los oídos de Dios, esel Divino mediador de la Nueva Alianza quien pre- senta nuestras súplicas, es la Sangre preciosísima de Cristo que habla á favor nuestro y pide con divina elocuencia el remedio de nuestras necesi- dades. ¿Y podrá Dios mostrarse indiferente á los clamores de su Hijo? ¿Despreciará nuestras ora- ciones cuando se las presentamos en un memorial tan digno y glorioso como es la Santa Misa? Impo- sible que esto suceda.
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