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170 EL TERCIARIO EN LA CONVERSACIÓN ——, espíritu religioso. Las palabras groseras, las chan. zas deshonestas, las expresiones truhanescas y las frases soeces, denotan bajeza de sentimientos, ruindad de corazón, ánimo liviano é irreligioso, y por tanto, en boca de una persona piadosa tales palabras suenan como blasfemias, según la expre- sión del Padre San Bernardo. Por lo mismo, el terciario que ha sido llamado á este género de vida para dar al mundo ejemplos de virtud y ser como sal que preserve á sus próji- mos de la corrupción, debe abstenerse no sólo de blasfemias y maldiciones, sino también de pala- bras disolutas, de frases de doble sentido, de equí- vocos y agudezas poco honestas, de cantares y chistes inmorales, teniendo en cuenta lo que dice el Apóstol (1): «Que las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.» Todo esto habéis de evitar con sumo cuidado, amados terciarios, por lo mucho que desdice de la santidad de vuestra profesión y por el escándalo que origina en quienes escuchan semejantes pala- bras ó conversaciones. Decía á este propósito San Francisco de Sales: «La palabra deshonesta, cuando cae sobre un corazón flaco, se extiende y dilata como en el paño una gota de aceite, y á veces se apodera de tal modo, que llena el corazón de pen- samientos y tentaciones de impureza; porque si la ponzoña del cuerpo entra por la boca, la del cora- zón entra por el oído (2).> (1) 1 Cor., XV, 33. (2) Introducción á la vida devota.

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