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CONFERENCIA VIGÉSIMA SÉPTIMA mada con juramento, etc., etc. Rechazad seme- jante tentación; y ni por todos los intereses del mundo, ni por ninguna consideración ó respeto, consintáis jamás en manchar vuestro honor y gra- var vuestra conciencia con un juramento falso que os infamaría toda la vida y oprimiría vuestra alma como losa pesadísima. Además de todo lo dicho, la Regla en el pará- grafo que venimos exponiendo, advierte también á los terciarios «que se abstengan de toda palabra torpe y de bromas groseras.» Que es lo mismo que nos aconseja el Apóstol en estos términos: «Palabras torpes y locas, chocarrerías y truhane- rías que no convienen á la gravedad de vuestro instituto, no se nombren entre nosotros» (1). Nada tan adecuado al carácter y al fin para que fué establecida la O. T. de Penitencia, como esta prudente y saludable disposición de su Regla. Porque, en efecto: la mencionada obra de San Francisco, como que tiene en la Iglesia el distin- guido rango de Orden debía naturalmente prohi- bir á sus afiliados las cosas que son opuestas á la modestia cristiana, lo que es contrario á la reli- giosidad, lo que desdice, en fin, de la compostura y recato propio de personas consagradas, de algún modo, á Dios, como son los hermanos terciarios. Consiguientemente, debía vedar á los terciarios toda disolución y libertinaje en las palabras, por ser esto, sin duda, lo más ajeno á la piedad y al (1) Ephes., V, 4. A

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