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CONFERENCIA DÉCIMAOCTAVA 13 cias? Ved por qué entre los actos de religión que podemos practicar, ninguno es más justo y á Dios más agradable que el hacimiento de gracias, pues por este acto, á la vez que reconocemos su poder y bondad infinitos, confesamos nuestra insuficien- cia y la extremada necesidad que tenemos para todas las cosas de su favor y ayuda. Y ved asimismo por qué el Apóstol San Pablo, el gran intérprete de los designios divinos y el sublime maestro de los deberes humanos, no se cansa de recomendar á los fieles el deber de la acción de gracias, diciéndoles: «Que den gracias á Dios por todas las cosas» (1). «Dad gracias por todo al Señor,—dice á los de Tesalónica, —por- que esto es lo que quiere Dios que hagáis todos en nombre de Jesucristo» (2). A su discípulo Ti- moteo le encarga «que se hagan oraciones y ac- ciones de gracias por todos los hombres» (3). A los filipenses les recomienda que «presenten á Dios sus peticiones por medio de la oración y de las plegarias, acompañadas de hacimiento de gra- cias» (4). Por último, hablando el Apóstol, espe- cialmente de la comida, dice: «que Dios crió las viandas para que fuesen comidas con hacimiento de gracias por los fieles... porque es buena toda criatura de Dios y no es de desechar nada de cuanto se recibe con acción de gracias» (5). Estos (1) Ephes., V, 20. (2) 1, V, 18. (3) 1,1, 1. (4) 1V, 6. (5) ITim., 1V 3.
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