BCCPAM000526-2-20000000000000

ron rt 162 EL TERCIARIO EN LA CONVERSACIÓN lo tanto, de pronunciarlo inconsideradamente, por mera costumbre, á cada paso y por cosas de nin- guna importancia, en momentos de arrebato, para desahogar la ira, por pasatiempo ó de burla, em- pleándolo en chistes y chocarrerías, tan opuestas á la piedad, como ajenas al temor reverencial que á todo cristiano ha de infundir la Augusta Majestad de Dios. Todo esto debe evitarse, porque en- vuelve un desprecio, ó cuando menos, falta de respeto al nombre adorable del Señor. Mas sobre todo, debéis, amados terciarios, guardar lo que prescribe vuestra Regla á este pro- pósito, es á saber: «Que os abstengáis de jurar sin manifiesta necesidad.» Porque hacer lo contrario, es el menosprecio más grande que puede hacerse de todo lo que representa y significa el Santo Nombre de Dios. Jurar con las debidas condicio- nes, no es malo, antes bien, es una obra muy lau- dable y meritoria, un verdadero acto externo de religión, por el cual, hacemos á Dios fiador de la veracidad de nuestras palabras y de la sinceridad de nuestras promesas. Por consiguiente, el jura- mento, acompañado de todos los requisitos nece- sarios para su bondad, es un medio excelente de honrar el Santo Nombre de Dios, puesto que, llamándolo como testigo de nuestras afirmaciones y como garantía de lo inquebrantable de nuestros propósitos y ofrecimientos, reconocemos que st autoridad es superior á todas las autoridades; confesamos que Dios lo sabe todo, que ni puede engañarse ni engañarnos y, por tanto, rendimos

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz