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136 EL TERCIARIO Y LA PRENSA ción que tenéis, como católicos y como terciarios, respecto á la prensa. Combatir la mala, abstenerse de leerla, negarle todo apoyo es muy bueno, es además muy necesario; pero esto es poco, hay que hacer algo más para contrarrestar su influen- cia perniciosa. La mala prensa no puede ser com. batida eficazmente con otras armas que con la buena prensa: para apagar los fuegos de las bate- rías de los malos periódicos que por cien bocas arrojan el error y la corrupción, hay que montar otras tantas piezas de igual precisión y alcance, cuyos tiros puedan reducir á silencio la artillería enemiga. «Sí: adonde llega la ponzoña, debe lle- gar la triaca, donde se oyen los rugidos del in- fierno, debe resonar la voz del apóstol. Si la mala prensa, cabalgando en alas del vapor, recorre en todas direcciones el globo y en todas partes deja marcada su huella destructora, la buena prensa debería inundar de hojas periódicas el suelo, estar donde quiera al lado y enfrente de su enemiga, para que en cuanto aparezca el falaz sofisma sea desmenuzado por el verdadero raciocinio, y tan pronto como asome su odiosa cabeza la infame calumnia, se la haga retirar avergonzada ante el hermoso brillo de la verdad y de la justicia.» Pues esto es lo que urge hacer, esta es una de las necesidades más apremiantes de nuestra época; multiplicar la buena prensa, oponer perió: dicos á periódicos para rechazar los ataques de los impíos, descubrir sus perfidias é impedir la propa- gación del error. Mas esto es imposible realizarlo
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