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CONFERENCIA VIGÉSIMA QUINTA 135 tinos, y causan á la fe y á las buenas costumbres mayores perjuicios, porque son más leídos que los otros. De algún tiempo á esta parte, los Prelados han dado la voz de alerta á los católicos, han de- signado por sus nombres á esos periódicos sola- pados, y la prensa católica, secundando la merití- sima acción de los Pastores de la Iglesia, ha completado esta buena obra denunciando 'á la vergiienza pública á toda esa casta de periódicos tan descreídos como hipócritas. De suerte que hoy día nadie puede llamarse á engaño sobre un asunto de tan capital trascendencia. Desde luego debe justísimamente enumerarse entre esa clase de mala prensa á todos los periódicos liberales y á los que defienden sus mismos principios, aunque sea con distinto nombre. El liberalismo es una verdadera herejía condenada repetidas veces por la Iglesia: es un sistema doctrinal, erróneo en sus principios y funesto en las consecuencias que de él se derivan, y por consiguiente, todos los perió- dicos que directa ó indirectamente sostienen sus principios y propagan sus ideas, son absolutamente abominables y deben ser rechazados con indigna- ción por todo el que se precia de católico. Aquí tenéis, amados terciarios, en concreto algunas de las señales por donde os será dado conocer la mala prensa, de la que debéis huir como de un contagio pestilencial, y contra la que debéis luchar con todas las energías de vuestra alma. Pero esto no basta: no es esta la única obliga-
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