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CONFERENCIA VIGÉSIMA QUINTA 121 cuestión trascendentalísima, y todo nos parece poco para ponderar la influencia avasalladora de la prensa en la dirección y marcha de las sociedades. Ciertamente, amados terciarios, por mucho que se escriba y por muy elocuentes discursos que se pronuncien para encarecer la preponderancia de la prensa en nuestros tiempos, todo es poco, todo es menos que la extraordinaria grandeza y las in- calculables energías de ese coloso afortunado que ha logrado extender su imperio de uno á otro ex- tremo de la tierra. En efecto: el periodismo, que es lo que en lenguaje usual se entiende con el nombre de prensa, es un poder tan grande, ejerce un señorío tan positivo y universal como no lo co- nocieron ni mayor ni semejante los siglos que precedieron á la maravillosa invención de la im- prenta. No sabemos si Gutenberg, al sorprender al mundo con su prodigioso invento, imaginó todo el alcance que había de tener y las consecuencias que del mismo se habían de seguir; pero es lo cierto, que por este medio echaba los cimientos del imperio más formidable y avasallador que re- gistran los anales de la humanidad. Y no se crea que todo esto que hemos dicho del extraordinario predominio de la prensa sean puramente figuras retóricas ó recursos oratorios encaminados á producir un efecto determinado. Nada de eso; es, al contrario, una realidad pal- pable con la que nos tropezamos á cada paso, y de la que dan testimonio los más grandes pensa-

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