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CONFERENCIA VIGÉSIMA QUINTA 119 en el mundo algo que afecte á la gloria de Dios, mientras existan en la tierra alguno de sus inte- reses, seguirá la pelea, y el mundo contemplará asombrado cómo de día en día y de siglo en siglo, se enardecen los ánimos de los combatientes y se hace más formidable la lucha con los nuevos per- trechos de guerra y los medios más eficaces de combate. La historia de los veinte siglos que la Iglesia Católica lleva de vivir en el mundo, es una brillante confirmación, una prueba irrefragable de lo que venimos diciendo. Cada una de las páginas de esa historia es el relato de los esfuerzos que ha tenido que hacer en el transcurso de los siglos para mantener incólume el sagrado depósito de la verdad contra los continuos asaltos del error. En nuestra época, á la vista de todos está el recru- decimiento de ese bélico furor contra las doctrinas católicas. Diríamos que el demonio prevé que le resta ya poco tiempo para reducir á las gentes y volcar el trono de Cristo con el fin de levantar sobre sus ruínas el imperio de su satánica domi- nación. Por eso extrema sus ataques contra el alcázar de los dogmas católicos, y renueva sus acometidas contra la fortaleza inexpugnable de la Iglesia, y se apresura á sembrar la confusión en las inteligencias y á inocular en los corazones el virus de la corrupción para acelerar de este modo la ruína y destrucción de la obra inmortal que Jesucristo levantó en el mundo para que fuera baluarte firmísimo de la Revelación.