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CONFERENCIA VIGÉSIMA CUARTA 113 café ó de plaza, pasando en estos lugares la mayor parte del tiempo que le resta de sus ocupaciones. Todo esto y otros desórdenes semejantes, tan frecuentes en la vida moderna, es completamente ajeno al espíritu de la O. T. de Penitencia, la cual se propuso siempre fomentar la verdadera vida de familia, como medio eficacísimo de mora- lizar las costumbres y regenerar la sociedad. La historia de la V. O. T. ofrece en sus pági- nas abundantes ejemplos de familias reguladas y santificadas con el espíritu y la disciplina de la Regla de los terciarios. Esa Regla sirvió en la Edad Media de base para constituir hogares sóli- damente piadosos y cristianos, hasta el punto que, al decir de un historiador moderno, cada casa de hermanos terciarios se convertía en una especie de convento en el que se ejercitaban la mortifica- ción, la humildad, la pobreza y el recogimiento, y del que estaban desterrados el lujo, las diversio- nes inmorales, los bailes, los saraos y todas las demás profanidades del siglo. Teniendo á la Regla Seráfica como norma de conducta y directorio de su vida, regularon sus casas, con la perfección que es á todos notoria, los bienaventurados ter- ciarios Luquesio y su esposa Bona-Donna, doña Blanca de Castilla, dichosa madre de San Luis, las dos santas reinas Isabeles de Hungría y de Por- tugal, y otros innumerables que omitimos en gracia dela brevedad, y de los cuales sólo queremos citar aquí á San Elzeario y á su casta esposa Santa Delfina, como brillante testimonio del extraordi- 8

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