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CONFERENCIA QUINTA 81 su brillante historia? ¿Conocéis su ilustre genealo- gía? ¿Tenéis noticia de las grandiosas figuras que cuenta en el catálogo inmenso de sus hijos? ¿Ha- béis visitado el museo maravilloso de sus grande- zas? Y si nada de esto sabéis, ¿cómo es tan extre- mada vuestra avilantez, que sin conocimiento de causa falláis que es una mengua en el siglo de los adelantos pertenecer á la V. O. T.? ¡Cómo! ¿Es mengua entroncarse en una familia que cuenta por centenares, entre sus ascendien- tes, los santos, los sabios y los artistas más renombrados? ¿Es bochornoso vestirse de un hábi- to que llevaron sobre sí los pontífices, los carde- nales y los monarcas más poderosos de la tierra? ¿Teméis acaso que el hábito de San Francisco, teñido con la sangre de tantos mártires, dignificado por las virtudes de tantos santos y ennoblecido con los blasones de los grandes del mundo, eclipse el brillo de vuestra mentida grandeza? ¿O tal vez juzgáis impropio de vuestra ilustración y cultura profesar una Regla tan modesta como la de la O. T.? Pues muy distintamente pensaron todos aquellos que, no obstante su aventajado ingenio, tomaron esa Regla como norma de su vida y reme- dio eficaz contra el orgullo y envanecimiento que de ordinario produce en el hombre la abundancia de conocimientos. No temáis, no, que la profesión de terciarios ofusque ninguna de vuestras glorias, ni estorbe ninguna de vuestras empresas. Jamás la piedad embotó la espada del guerrero ni entorpeció la

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