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CONFERENCIA QUINTA 19 Por un hermoso contraste, esta institución, basada en la humildad y sublime sencillez del Evangelio y cuyo único objeto es alimentar el corazón y la inteligencia con el pan saludable de la piedad cristiana, cuenta en su numerosa familia una pléyade asombrosa de sabios y artistas, cual no puede presentarla semejante ninguna otra con- gregación establecida por idénticos fines. Para convencernos de esto bastará recordar alguno de esos genios cuya memoria vivirá per- petuamente en el corazón de toda las generacio- nes. ¿Quién no ha oído hablar de Cristóbal Colón? ¿Quién no se descubre ante esa figura gigantesca? ¿Á quién no infunde respeto la sombra de ese intrépido navegante, que, con sin igual osadía, se lanzó á la soledad de los mares en busca de un nuevo mundo, logrando descubrirlo después de mil fatigas y peligros? Pues bien, ese atleta de la ciencia, antes de comenzar su arriesgada em- presa, vistió el hábito de la O. T., y ceñido con el cordón franciscano, realizó la conquista más portentosa que registran los anales de la huma- nidad. Memorable es en la historia de la Filosofía el nombre de Raimundo Lulio, apóstol incansable y mártir de Cristo y uno de los astros científicos que brillan en el cielo de la O. T. Este genio extraordinario, desde el día en que Dios tocó su corazón haciéndole abandonar los extraviados ca- minos por donde andaba, se refugió en la O. T., profesó su regla y, animado de su espíritu, llegó