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CONFERENCIA CUARTA 65 la sociedad de nuestros días, á fin de ahogar el exceso del mal con la abundancia del bien. Ved esas numerosas falanges de terciarios esparcidos por todo el mundo y consagrados al noble ejer- cicio de enjugar lágrimas, mitigar dolores y de- rramar bálsamo consolador en los corazones lace- rados y afligidos. No hay ejercicio de caridad á que no se extienda su apostolado, ni obra bené- fica que no sea objeto de sus desvelos y aten- ciones. Han monopolizado, por decirlo así, todas las obras de misericordia y se han impuesto el deber de remediar todas las necesidades á costa de los más penosos sacrificios. Colegios, escuelas gratuitas, asistencia de enfermos en los hospitales, casas de beneficencia, centros de reforma para co- rregir á los jóvenes extraviados y devolverlos á sus familias de donde los arrancó el vicio y las di- sipaciones de la vida moderna; estas y otras mu- chas obras de caridad sostienen esa multitud de terciarios regulares cuyas congregaciones reco- nocen, por madre á la O. T. de San Francisco, que les dió su Regla y en la que han bebido el espí- ritu que las anima. ¡Vosotros, los que con temeraria avilantez me- nospreciáis las instituciones piadosas del catoli- cismo, los que juzgáis como inútil é infructuosa la T. O. de San Francisco, porque no se propone di- rectamente el fomento de los bienes materiales... decidnos imparcialmente; ¿no es digno del mayor respeto, no merece la estimación de todos, un Ins- tituto cuyas leyes han contribuído y pueden con-