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CONFERENCIA CUARTA 61 Es lo cierto que la O. T. transportó á todas partes las energías de la vida cristiana y que ésta floreció lo mismo en los palacios de los reyes que en las humildes viviendas de los pobres, en el taller del obrero, como en la cátedra del sabio, en las populosas ciudades y las humildes aldeas, en todas partes á donde penetró el espíritu de la O. T. dejó luminosa estela de santidad, y de tal modo logró trasladar al mundo el ascetismo del claustro y sus medios de perfección que, al decir de un eminente orador, (1) «ya nose creyó que fuese necesario huir del mundo, para elevarse hasta la imitación de los santos; cualquiera habitación se convertía en celda, cualquier casa en Tebaida.> Y uno de los biógrafos (2) del Seráfico Patriarca, hablando de los hermosos resultados que produjo en la familia la V. O., dijo estas notables palabras: «Poblóse el mundo de doncellas, viudas y casadas, que vestían públicamente la librea franciscana y ejecutaban en el secreto del hogar las prácticas de la vida religiosa.» Consecuencia feliz de esta acción moralizadora de la V. O. T. y de la vida evangélica que intro- dujo en el estado seglar, y del fervor que despertó entre los que abrazaron su Regla, ha sido la mul- titud de hijos esclarecidos por su santidad y fa- mosos por sus milagros que, en todo tiempo y en todas las clases y estados de la sociedad, ha (1) Lacordaire. (2) Cherance.

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