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CONFERENCIA CUARTA 59 todos los asaltos de mis pasiones. Dios me conce- dió además la especialísima gracia de amar con un afecto especial á los que me ofenden, juzgán- dome digno de todo eso y más, en satisfacción de todas mis culpas.» II Pero la O. T. ha producido otros bienes no menos estimables que la pacificación de los espí- ritus y la concordia de las voluntades, pues ella ha contribuido eficazmente, en todo tiempo, al resurgimiento de la verdadera vida cristiana y á la renovación del espíritu del Evangelio en las cos- tumbres. Este fué el fin principal que se propuso San Francisco al establecerla, y la historia atesti- gua que no se vieron frustradas sus esperanzas. Efectivamente: el recogimiento y el amor á la oración, sucediendo á las disipaciones y locuras del siglo; la austeridad y mortificación cristianas, sustituyendo á la molicie, á los regalos y á las demasías de la carne; el apartamiento del mundo practicado por los que ardían antes en deseos de ostentación y gloria humana; la humildad ocupan- do el lugar de la soberbia, la avaricia trocada en desprendimiento y desapego de las riquezas, las virtudes cristianas floreciendo en todos los esta- dos y la santidad más heroica desarrollándose bajo la influencia poderosa de la O. T. en todas las clases y condiciones de la sociedad, son prue- bas bien elocuentes de lo que venimos afirmando.