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46 EXCELENCIA DE LA V, O. T. al Divino Redentor, el cual le contestó: —«Fran- cisco, estas tres monedas de oro significan las tres Órdenes de que te he hecho padre y funda- dor. En cambio, yo que soy tu Criador y Reden- tor, te prometo aquí tres cosas: la primera, que las tres Órdenes por tí fundadas subsistirán hasta la consumación de los siglos; la segunda, que todos los que favorezcan y amen á tus Órdenes, serán de mí amados y bendecidos; y la tercera, que asistiré con especial providencia á todos los que pertenezcan á una de tus familias religiosas.» He querido relatar estos pasajes de la vida del Seráfico Patriarca, para vuestro consuelo y edifi- cación y también, porque ellos hablan muy elo- cuentemente de un instituto que fué inspirado por Jesucristo y establecido por el más célebre de los fundadores de órdenes monásticas. ¡Qué gloria la de la T. O. tener por Patriarca á un Santo que mereció llevar en sus manos, pies y costado las Llagas del Salvador de los hombres! ¡Qué honor la de todos aquellos que tienen la dicha de formar parte de este nobilísimo instituto! Gloríense, pues, de esto los hermanos tercia- rios, y cuando el mundo impío les desprecie y es- Carnezca por su profesión, sepan contestar con noble altivez: «Somos terciarios y no nos aver- gonzamos de ello, antes al contrario, es esto para nosotros honor inapreciable, porque nos propor- ciona la gloria de ser hijos del Humanado Serafín, el cual, por sus virtudes, por sus méritos y por el trono de gloria que ocupa en el cielo, es superior