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44 EXCELENCIA DE LA V. 0. T. sus tres ramas actuales, y la de las Clarisas en sus diversas ramificaciones, tienen por Patriarca á San Francisco de Asís que les dió su Regla, así también la O. T. de Penitencia tiene por su legí- timo é indiscutible fundador al mismo Santo que le dió la Regla y forma del hábito. La misma ins- piración celestial que movió al Seráfico Patriarca á fundar la primera y segunda Orden para los reli- giosos, impulsó á establecer la Orden de Peniten- cia para los seglares. El mismo origen reconocen aquéllas y ésta, todas tres son creaciones de San Francisco, fruto de su ardiente celo, de sus ora- ciones, de sus lágrimas y de su penitencia. Orando un día el Santo en la iglesia de San Damián, en los principios de su conversión, oyó una voz misteriosa que salía de la imagen de Cristo Crucificado y que por tres veces le repitió estas palabras: «Levántate, Francisco, y repara mi casa, pues ya ves que se arruina.» Era la voz de Cristo que invitaba á su siervo á reparar las quiebras que su Esposa la lelesia padecía en la fe, en la piedad y en la moral; era la amorosa voz del Padre de Familias que enviaba á Francisco á trabajar en la viña de su Iglesia; era, en fin, Dios que lo escogía para sostén de su casa, pregonero de sus glorias y apoyo de su Iglesia en aquellos calamitosos tiempos. Mas, ¿de qué manera correspondería al llama- miento divino? ¿Cómo llenaría cumplidamente los designios del cielo? ¿Cómo ejecutaría la orden de Dios? Francisco creyó, por entonces, satisfacer la
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