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CONFERENCIA TERCERA 37 gos á los que lo son de la cruz de Cristo y sus celestiales enseñanzas, y haber contado entre sus amigos y favorecedores á los verdaderos secua- ces del Evangelio, á la flor y nata de los católicos. Justamente, pues, hemos podido aplicar á la T. O. las palabras que nos han servido de tema para esta conferencia: Verbum crucis, etc. La cruz parece necedad á los ojos de los que se pier- den; mas para nosotros es la virtud de Dios. Porque, en hecho de verdad, esa benemérita ins- titución Franciscana, como la enseña de la Reden- ción, parece necedad y locura despreciable á los mundanos; pero es virtud de Dios comunicada á su siervo Francisco para santificar las almas, preservarlas de la corrupción del siglo y elevarlas á las purísimas regiones de la santidad. Es lo cierto, amadísimos terciarios, que la V. O. T. ya se la considere en su origen ó su íntima naturaleza, en el objeto de su institución, en su Regla y estatutos ó, finalmente, en las ben- diciones que ha merecido, en todo tiempo, de la Iglesia, se presenta siempre como un instituto ex- celentísimo, digno. del mayor respetoy venera- ción de todo el que verdaderamente se precie de católico. Mis propósitos en esta conferencia son habla- ros de la bondad y excelencias de la O. T., consi- derada en el alto aprecio que de ella ha hecho la Iglesia y en la santidad del que fué su fundador. Espero, confiadamente, que estas sencillas re- flexiones acrecentarán en vosotros el entusiasmo 4