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30 DESARROLLO DE LA V. O. T. deshechas tormentas, y con el timón bien seguro, dispuesta á conducir al puerto de la santidad á todos los que tengan la dicha de hacer en ella su viaje por el proceloso mar de este mundo. No es, por cierto, nuestro siglo el más á propósito para la difusión de la O. T.: el espí- ritu de esta santa institución es diametralmente opuesto al que informa la actual sociedad; las prescripciones de la regla de la Orden de Peniten- cia, están en abierta oposición con los usos y costumbres tan poco cristianas de la época pre- sente; el ansia de placeres, el amor desenfrenado á las riquezas, la afición desmedida al lujo y á la vanidad, y, en una palabra, todo ese conjunto de cosas que forma el carácter de la vida de los pueblos contemporáneos, no se armonizan, antes al contrario, se avienen muy mal con la santa austeridad, con el desprendimiento evangélico, con la modestia cristiana y con ese espiritualismo que constituye la fisonomía peculiar de la O. T. Y, no obstante, ¡cuán maravilloso y extraordinario es su desarrollo en nuestros días! Vedla, en efecto, extendida hoy, como en sus mejores tiempos, por toda la superficie del globo, santificando á las almas é infiltrando en ellas el espíritu del Evange- lio; vedla establecida en todas las naciones de Europa y en casi todas las repúblicas de América; mirad cómo florece en las apartadas regiones del Asia, del Africa y de la Oceanía, y cómo ejerce su apostolado en aquellos lejanos países, aliada constantemente con los misioneros franciscanos