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28 DESARROLLO DE LA V. 0. T. el odio de Federico Il, que vió siempre en la T. O., el obstáculo más insuperable para la reali- zación de sus ambiciosos planes, muchos gober- nadores de Italia, excitados por los detractores de los hermanos terciarios, procuraban veiarlos de mil maneras, imponiéndoles onerosas contribucio- nes y castigándoles por crímenes de que estaban bien ajenos. Grandemente tuvieron que sufrir los terciarios por esta causa y gran riesgo de perecer corrió la O. T., en esta ocasión. Dios. empero, vino en su ayuda, haciendo que el Papa Grego- rio IX, conocedor de las crueles exacciones y viles imposturas de que eran víctimas los hermanos de la Orden de Penitencia, saliese á su defensa, publi- cando al efecto una Bula en la que ponía de mani- fiesto el mérito y la excelencia de este instituto y vindicándolo, á la vez, de todas las calumnias de sus impostores. Afines del siglo XIII y á principios del XIV, los herejes, llamados fratricelos, se vistieron del hábi- to de la O. T., pretendiendo encubrir sus abomi- nables excesos y perniciosas herejías, con la librea de la penitencia. Con tan triste motivo, la O. T. se vió envuelta en una atmósfera' de difamación que estuvo á punto de acarrearle la muerte. No es decible lo que por esta causa hubieron de sufrir los hermanos terciarios: en todas partes se les miraba con recelo, y hasta en algunas se les perseguía como á herejes; muchos obispos, con- fundiendo á los terciarios con los hipócritas fratri- celos, disolvían sus congregaciones, y, bajo las