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22 DESARROLLO DE LA Y. O. T. campo de batalla, viéndose por todas partes luchas civiles, bandos y facciones políticas, odios de clases, disensiones domésticas, errores fomenta- dos por la falta de cultura, herejías y escándalos, y, como consecuencia de todo esto, desórdenes, inmoralidades, injusticias y crueldades, y, en fin, un desquiciamento el más espantoso en todas las esferas de la vida social y religiosa. Pues bien: en estos momentos tan críticos, en los que la misma gravedad del mal pedía urgente- mente un remedio eficaz que pusiera término á tantos desmanes, apareció la O. T. como arca de salvación que Dios deparaba al mundo, para librarle del diluvio de sus males, enarbolando el estandarte de la paz y ofreciéndose á ser lazo de unión entre las familias y base de concordia entre los pueblos. Nada, por tanto, tiene de extraño que fuera acogido con tanto entusiasmo el nuevo instituto ni que se apresurasen á abrazarlo toda suerte de personas, siendo así que en él veían todos garan- tizados la paz, el orden, la tranquilidad pública, la verdadera libertad, los intereses de la familia y todos los demás elementos que son indispensa- bles para la felicidad de los pueblos. Por eso hubo de ser saludada la T. O. por aquellas gentes, con jubilosas exclamaciones parecidas á las que se escaparon de los labios de los habitantes de Be- tulia al entrar por las puertas de su ciudad su valerosa libertadora: «Bendito sea el Señor— decían—que inspiró á su siervo Francisco una