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CONFERENCIA DÉCIMASÉTIMA 277 entre las diversiones la más ideal, la más culta, la que mejor corresponde á las aspiraciones de nuestro espíritu, porque á la vez que recrea los sentidos, puede ilustrar la inteligencia y moralizar el corazón. Tomado así teóricamente el teatro como una diversión honesta y recreativa dirigida á representar escenas edificantes de la vida ó acon- tecimientos de la historia dignos de imitación, la Regla de la O. T. en manera alguna lo reprueba ni lo prohibe á los terciarios. Pero desgraciada- mente el teatro, y muy principalmente el teatro moderno, dista mucho de ser eso. El teatro mo- derno, en efecto, es la representación de las co- rrientes irreligiosas é inmorales de nuestro siglo, es el reflejo de la incredulidad y escepticismo de nuestra época, es la glorificación de los vicios más execrables y la reproducción de las escenas más escandalosas de la vida moderna, es el vehículo de la revolución para llevar á todas partes sus doctrinas perniciosas y sus máximas inmorales, es, en suma, semillero de corrupción, causa muy eficaz de la pérdida de la fe y de la relajación de las costumbres. Literatos venales y sin conciencia escriben para el teatro, no aquello que más puede aprove- char á la pública moralidad y á la regeneración de los pueblos, sino lo que halaga las pasiones de las muchedumbres, lo que mejor encaja con las co- rrientes impías y los vicios de la época, aunque para esto tengan que hollar los fueros de la justi- cia, del honor y de la Religión y aunque sea pre- 19
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