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12 ORIGEN DE LA V. O. T. son propiamente órdenes regulares; pero tampoco son meras congregaciones piadosas, sino verda- deras Ordenes, porque tienen su noviciado, su profesión, regla aprobada, rezos determinados, superiores, tesoro de indulgencias, privilegios y todo lo demás que se encuentra en las órdenes regulares. Tampoco constituyen verdadero estado en el sentido jurídico de la palabra, pues si bien la tercera orden es un método de vida perma- nente, no fija, sin embargo, á los que lo prac- tican, de una manera irrevocable ni sus estatutos obligan en conciencia como los del estado reli- gioso. Dedúcese de lo dicho, que las terceras órdenes son como una atenuación de la vida monástica, para hacer ésta asequible á los que viven en el mundo, haciéndoles participar de su mismo ascetismo y de medios análogos de per- fección. Por eso las terceras órdenes reconocen siempre, como principio de donde dimanan, una primera orden regular, de la que toman su deno- minación, su espíritu, su ascetismo y las leyes con que se gobiernan. De donde proviene que no todas las terceras órdenes tienen la misma forma de vida ni los mismos medios de santificación, sino que son diversos, según el carácter de la orden que les ha dado el sér á la cual se acomo- dan é imitan en lo posible. Con estas nociones generales puédese ya fá- cilmente comprender la íntima naturaleza de la Tercera Orden de San Francisco, y, de consi- guiente, cuál es el fin general para que fué insti-
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