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CONFERENCIA DÉCIMASEXTA 263 ME A mu rezos y penitencias, pero no ha perdido nada de su carácter ascético y evangélico; hoy, como en los días de su fundación, exhala el buen olor de Cristo, de sus máximas, de su moral y de sus virtudes. Heredera de aquel profundo menospre- cio con que Francisco miraba las vanidades de la tierra, animada de los mismos afectos de pobreza, humildad y abnegación, que fueron el alma del Seráfico Patriarca, la O. T. inculca á todos sus hijos la modestia en los vestidos, la moderación en el disfrute de las comodidades y placeres y, generalmente, la sobriedad en todas las cosas de la vida. No será, pues, buen tercia- rio el que deje de tomar como norma de su vida estas enseñanzas saludables de su Regla; el que se deje llevar de las corrientes del mundo entre- gándose á los excesos del lujo, el que, finalmente, se olvide en la práctica de que el instituto á que pertenece es una Orden de Penitencia que reprue- ba la molicie, la vanidad y todo aquello que es producto del orgullo. Nada ciertamente puede darse más contrario, ni que tanto desdiga de la profesión de terciario de San Francisco, como el boato y el lujo exage- rado. En efecto: como es sabido, las libreas del terciario son la cuerda y el escapulario. Ahora bien: esa cuerda y ese escapulario ¿qué signi- fican?, ¿qué representación tienen?, ¿qué recuer- dan? Significan, son símbolo de austeridad, de penitencia, pobreza y humildad; significan que el que se adorna con esas insignias tiene propósito

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