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a e A 258 DE LA MODERACIÓN bia, la codicia y la sensualidad. De consiguiente, el retorno á esas enseñanzas, la implantación de la vida cristiana en el seno de la familia, el espar- cimiento en el mundo del vivificante y celestial aroma de la piedad, en suma, el influjo positivo de las ideas religiosas en todos los estados y clases de la sociedad, es el sólo remedio eficaz para ata- jar el lujo y contrarrestar sus perniciosas conse- cuencias. Ahora bien, carísimos terciarios: nadie que conozca á fondo la índole de la V. O. T. podrá dudar de su eficacia para llevar á las venas del cuerpo social esa copia de savia regeneradora, necesaria en alto grado para morigerar las costum- bres, mantener las pasiones en el justo límite de la discreción cristiana y corregir eficazmente los excesos desastrosos del lujo. Cabalmente San Francisco creó esa institución para renovar el fer- vor del espíritu cristiano, encauzar la vida de los pueblos por las corrientes del Evangelio y deste- rrar desórdenes muy semejantes á los que cam- pean en la época actual. Entonces, como hoy, la soberbia y tiranía de los grandes irritaba á los pequeños; el lujo en los vestidos y el escandaloso derroche en los banquetes, fiestas y torneos exasperaban la miseria de los pobres; el egoísmo y la crueldad se habían entronizado en las clases acomodadas, y la impaciencia, la envidia mal disi- mulada y el aborrecimiento, estallaban en el pecho de las clases populares, produciendo bandos, di- sensiones civiles, reivindicaciones sangrientas y

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