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254 DE LA MODERACIÓN PA elegancia universal de los vestidos, los dispendios que se hacen en tantas vanidades y fruslerias cualquiera diría que todos nadan en la abundancia, que se ha realizado por fin la suspirada igualdad del socialismo, que ya no existen diversidad de clases, sino que todos los hombres tienen iguales facultades para gastar. Sin embargo, todos sabemos cuán lejos está esto da ser una verdad; porque hoy, y quizá más que nunca, existen grandes miserias, terribles do- lores; pobres que no tienen que comer, familias que apenas reunen, con grandes esfuerzos, lo ne- cesario para atender á las necesidades más im- prescindibles de la vida; obreros cuyo jornal no es suficiente para mantener á la mujer y á los hijos; jóvenes cuya modesta posición no les permite el boato y superfluidades del lujo, y con todo, y en esto consiste el desorden de nuestra época, el afán de figurar, el ansia de placeres y comodi- dades, se Halla tan vivo en esas clases deshe- redadas de la fortuna como en las más bien aco- modadas de la sociedad, produciendo este estado de los ánimos, perturbaciones en la familia, escán- dalos en las costumbres, desasosiego y desespe- ración en los individuos. La causa productora de todo esto es, sin duda alguna, la pérdida de los sentimientos religiosos, que quitando el saludable freno de la moderación cristiana á las concupiscencias, ha dado por resul- tado el crecimiento de la inmoralidad, lo mismo en los pobres que en los ricos, á lo que se ha se-

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