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CONFERENCIA PRIMERA 11 y reconciliarse con ellos antes de vestir el hábito de penitencia; contra los peligros del error pres- cribe la prudente ordenación de no admitir á los herejes y exige además, en los que hayan de ser admitidos, la pureza é integridad de la fe y el amor y acatamiento al Romano Pontífice; para restablecer los fueros de la justicia y refrenar el desordenado apetito de las riquezas, dispone que los que soliciten entrar en esta Orden restituyan los bienes mal adquiridos y hagan su testamento, procurando además distinguirse entre los cristia- nos por su desprendimiento y caridad para con los pobres; á fin de asegurar la paz de los pueblos y desterrar de ellos los desafíos y quitar toda oca- sión á las venganzas privadas, que eran, como enfermedad endémica de las sociedades de la Edad Media, establece esta prudente ordenación: Ningún hermano lleve armas ofensivas si no es en defensa de la fe católica ó de la patria. Estas y otras disposiciones de la Regla muestran bien á las claras el fin inmediato de la O. T. En cuanto á su fin general, esto es, el que dimana de su íntima naturaleza y se manifiesta en su organización y régimen, diremos ahora, para terminar, algunas palabras. Y ante todo daremos algunas nociones sobre lo que es en común una orden tercera. Desígnase con este nombre cierta forma y estado de vida, aprobado por la Iglesia, para los cristianos que desean vivir conforme al espíritu del Evangelio. Este género de instituciones no

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