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CONFERENCIA DÉCIMASEXTA 253 lia y en la sociedad increíbles males y lamenta- bles desórdenes. Por cuya razón nuestro siglo caracterizado, como ningún otro, por el orgullo, la codicia y la sensualidad, es también el que más se resiente del lujo, viniendo á ser éste como enfermedad endémica de nuestros tiempos y á ma- nera de llaga cancerosa que corroe el cuerpo social. Poco se necesita esforzarse para demostrar un hecho que está á la vista de todos y que se mani- fiesta en todas las esferas de la vida. El lujo, efec- tivamente, no es un caso aislado; ya no es, como en otros tiempos, signo de autoridad, de nobleza ó jerarquía, es una pasión que ha invadido todas las clases de la sociedad, desde la más humilde hasta la más elevada, lo mismo en los pobres que en los ricos, en los nobles que en los plebeyos, entre los humildes obreros y entre los hombres acaudalados hace estragos desastrosos la pasión del lujo. El demonio del orgullo empuja á todos á salir de su estado, y el afán de sobresalir entre los demás arrastra á los individuos á gastos escandalosos, en los que se consume lo que debiera ser patrimo- nio del pobre y fomento de la moralidad pública. A manera de contagio, el lujo de los opulentos se ha propagado á las clases más humildes de la so- ciedad, y si en aquéllos arruina sus pingiies fortu- nas, en éstas devora el triste salario que debiera servir de mantenimiento á los hijos y de consuelo para la vejez y la enfermedad. En los paseos, en las diversiones y en los espectáculos, al ver la creia A a % Duc sa AS

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