BCCPAM000526-2-19000000000000
CONFERENCIA DÉCIMAQUINTA 241 sideraciones merece á la Iglesia, y que tiene vin- culadas para el que la practica promesas tan consoladoras? ¿Podrá mirarse con indiferencia un acto tan trascendental, que constituye una especie de pacto entre Dios y el que lo hace? No por cierto, antes bien requiere en el que ha de reali- zarlo sentimientos de fe, resolución firme de cumplir lo que promete; porque aun cuando la mencionada profesión no obligue á pecado, como hemos dicho, con todo, ya que se hace, ha de ser con propósito de ser fieles á Dios, pues está escrito que: «Desagrada (á Dios) la promesa infiel é imprudente, y mucho mejor es no hacer prome- sas que hacerlas y no cumplirlas.> (1). II Si es excelente la profesión del terciario con- siderada desde el punto de vista de su naturaleza, no lo es menos en los efectos que produce. Ella, en verdad, no causa los efectos de la profesión religiosa, la cual, según Santo Tomás, es para el que la hace con las debidas condicio- nes, como un segundo Bautismo, que le purifica de toda mancha y le remite toda la pena debida por los pecados; pero produce efectos análogos. Porque el terciario, haciendo debidamente su pro- fesión, renueva el fervor cristiano, alcanza nuevas luces y gracias para obrar con más perfección y (1) Eccles., V, 3, 4.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz