BCCPAM000526-2-19000000000000

240 PROFESIÓN instituida por el mismo San Francisco y confir- mada por los Sumos Pontífices Nicolás IV y León XIIl; prometo además satisfacer, según la voluntad del Visitador, por las transgresiones co- metidas contra la misma Regla.» Dicha la fórmula de la profesión, el sacerdote pronuncia estas con- soladoras palabras: «Y yo, de parte de Dios, si observares estas cosas, te prometo la vida eter- na, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.» Termina tan devota ceremonia con el 7e- Deum laudamus, cántico que la Iglesia emplea para rendir gracias al Todopoderoso por los favo- res recibidos, recitándose además muy tiernas oraciones para alcanzar del cielo la perseverancia del nuevo profeso. Aquí tenéis, amados terciarios, lo que la Igle- sia ha dispuesto para realizar vuestra profesión. No es posible dejar de ver en tan significativas ceremonias el respeto con que ella mira semejante acto religioso, ni tampoco puede ocultarse á nadie los sentimientos de fe y fervorosa devoción con que debe realizarse. En presencia de Dios, á honra de la Bienaventurada Virgen María y de San Francisco, profesa el terciario la Regla de su Orden y en su observancia promete vivir hasta el fin de sus días, y á cambio de su generoso ofre- cimiento y en recompensa de su fidelidad, se le promete, en nombre de Dios, la vida eterna del cielo... Decidme, terciarios, ¿no deberá hacerse con profunda religiosidad, con afectos de verda- dera devoción, una obra que tan respetuosas con-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz