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CONFERENCIA PRIMERA 9 Iglesia y tan importantes servicios ha prestado en todo tiempo á la causa de la civilización cristiana. Desde este memorable día se multiplicaron prodi- giosamente las hermandades de terciarios, sir- viéndose de ellas el Santo Penitente como de palanca poderosa para renovar en todas partes el espíritu cristiano y llevar á cabo la difícil empresa que le mereció el justo título de Reformador del siglo XIII. Tal es, descrito á grandes rasgos, el origen y establecimiento de la obra más popular de San Francisco. Con tanta sencillez y humildad co- menzó en el mundo esa institución llamada á producir tan grandes bienes morales en todos los órdenes de la vida. Tan cierto es, que Dios elige los instrumentos más débiles para la realización de sus amorosos designios á fin de que ninguno se gloríe en su presencia. 1 Con lo que llevamos dicho hasta aquí, déjase ya traslucir algo de lo que me he propuesto indi- car en la segunda parte de esta conferencia, es á saber: el fin para que fué instituída la V. O. T. Desde luego se habrá podido observar que en la mente del Santo Fundador la O. T. iba directa- mente encaminada á conseguir un propósito moral y religioso, la reforma de las costumbres, infil- trando en ellas el espíritu del Evangelio. Mas conviene distinguir, acerca de esto, el fin